ESCENARIO. Aproximadamente 18% de los menores de edad se registran después de su primer cumpleaños, pero algunos permanecerán en el anonimato toda su vida. (Foto: ARCHIVO EL UNIVERSAL) |
Lunes 22 de junio de 2015
∙ Se estima que 14 millones de mexicanos no
cuentan con un acta de nacimiento y, de estos, 4 millones son niños. Su
condición de invisibilidad los convierte en un blanco perfecto para las
organizaciones criminales
De sus padres, María no sólo
heredó los genes, también la desgracia de vivir en un anonimato forzado. Como
ellos no tenían papeles oficiales, nunca pudieron sacar el acta de nacimiento
de su hija. Así, María vivió su niñez como una indocumentada en su propio país.
No estudió porque en la escuela no la aceptaron sin un papel que acreditara su
identidad y hoy, a sus 19 años, no puede tramitar su credencial de elector,
tener un trabajo formal ni registrar el nacimiento de sus hijos, condenándolos
a repetir el mismo drama.
Saber exactamente cuántas personas viven como María es un cálculo complicado: como no aparecen en ninguna estadística o base de datos oficial, nada se sabe de ellos. Lo que sí existe son estimaciones sobre la magnitud del problema, la más reciente es proporcionada por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.
Saber exactamente cuántas personas viven como María es un cálculo complicado: como no aparecen en ninguna estadística o base de datos oficial, nada se sabe de ellos. Lo que sí existe son estimaciones sobre la magnitud del problema, la más reciente es proporcionada por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.
A finales de 2014, el instituto dio una
cifra de 14 millones de mexicanos que no cuentan con un acta de nacimiento. Es
como si casi todos los habitantes del Estado de México, la entidad más poblada
del país, no existieran oficialmente.
Cerca de 4 millones son niños, de acuerdo
con Karen Mercado, directora de Be Foundation, una organización dedicada a
la promoción y defensa del derecho a la identidad y al registro gratuito de
nacimientos en México.
Para este reportaje se realizó un ejercicio
que da cuenta del tamaño del problema. Tomando como referencia a la generación
que nació en el año 2003, el trabajo consistió en averiguar a qué edad se
registró cada niño.
Los datos provienen de las estadísticas de
natalidad del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática
(Inegi) y están actualizados a 2013, lo que permitió seguir a la generación
durante su primera década de vida.
Las cifras indican que en 2003 nacieron 2
millones 393 mil bebés, pero sólo 1 millón 951 mil fueron registrados antes de
su primer cumpleaños. Los otros 442 mil obtuvieron su acta de nacimiento cuando
tenían entre uno y diez años de edad. Esto significa que 18% de la generación
no fue registrada oportunamente.
En México, el límite para registrar a un
menor de manera oportuna es a los seis meses, según lo dispuesto en
los Códigos Civiles. Lo que procede después es un registro extemporáneo o
permanecer en la invisibilidad de por vida.
Por ahora, los datos no permiten saber
cuántos niños más, de la generación 2003, se registraron en 2014 o lo seguirán
haciendo en años posteriores, cuando incluso ya sean adultos. María, que
pertenece a la generación de 1996, aún no consigue su registro. En las
estadísticas oficiales ella sencillamente no ha nacido.
Herencia maldita
El derecho a la identidad es el segundo por
excelencia, solamente después del derecho a la vida; es la llave que abre al
resto de los derechos humanos. “Sin éste no existes, eres un mexicano
invisible”, explica Mercado.
Un niño que no es registrado oportunamente
es un fantasma del que no se sabe nada. Sin su acta de nacimiento no puede
demostrar su nombre, edad, ni nacionalidad. Mucho menos puede inscribirse en la
escuela, ser adoptado legalmente o recibir apoyo del gobierno.
El drama no termina allí. Cuando crece, está
impedido para tramitar su credencial de elector, abrir una cuenta bancaria o
conseguir un trabajo formal. Tampoco puede casarse legalmente o tener un acta
de defunción.
Si tiene hijos, como María, no puede
registrarlos. Ella tiene cuatro. Cristian, el mayor, tiene cinco años. Le
sigue Miguel Ángel de cuatro y luego Diana, que está por cumplir
dos. El más pequeño es un bebé de brazos. Oficialmente son vidas que no existen
hasta que su madre logre conseguir su acta de nacimiento.
María nació en un pequeño poblado
de Oaxaca llamado Cuautla, pero ignora en qué municipio se
localiza. Desde hace ocho años vive en el Distrito Federaly para mantener
a sus hijos trabaja vendiendo elotes y esquites.
Cristian, su primogénito, está en edad de
entrar a preescolar, pero no puede asistir por la misma razón que ella nunca
pudo estudiar. Algo que los ayuda un poco es que su esposo sí tiene sus papeles
en orden.
Presas del crimen
La falta de una identidad oficial afecta
principalmente a niños que viven en condición de calle y en pobreza extrema,
que pertenecen a poblaciones indígenas o que son hijos de jornaleros migrantes
y padres analfabetos.
La situación a la que ellos se enfrentan
puede ser aún peor. De acuerdo con Be Foundation, al carecer de una identidad
oficial, aumenta la posibilidad de que pasen inadvertidos y se conviertan en
blancos perfectos para las redes de trata y el crimen organizado.
“Ni siquiera se puede levantar
una Alerta AMBER [si uno de ellos se extravía]. La Procuraduría
General de la República no puede hacerlo si no hay un registro, si no tiene un
acta de nacimiento, si no puede demostrar quién es ese niño. “Ellos se vuelven
todavía más vulnerables a jamás ser encontrados”, explica Mercado.
Las regiones del país donde el subregistro
de nacimientos es muy alto se convierten en campo fértil para las operaciones
de tráfico de personas y de reclutamiento para las organizaciones criminales.
Si un pequeño es apartado de su familia, no hay prueba alguna de que incluso
haya alguna vez existido.
El ejercicio llevado a cabo con la
generación 2003 muestra que el problema del subregistro de niños es más grave
en algunos estados del sureste mexicano. En Chiapas, 54% de los bebés nacidos
en 2003 se registraron después de su primer año de vida. Lo mismo sucedió con
48% de los bebés guerrerenses, 31% de los veracruzanos y poblanos; y 29% de los
morelenses.
Nuevo derecho constitucional
La Convención sobre los Derechos del
Niño establece que todos tienen derecho a un nombre y una nacionalidad
desde que nacen, también a ser registrados inmediatamente después de su
alumbramiento, pero en los hechos no sucede así. En América Latina, 2
millones de niños se quedan sin registro oportuno cada año.
Los padres no registran a sus hijos por
diversas causas: la pobreza, entre las primeras. Se trata de familias que se
encuentran en una situación de supervivencia diaria y que desconocen la
importancia del acta de nacimiento hasta que se las solicitan como requisito
para inscribirlo en alguna escuela. Para ese entonces el menor ya supera los
seis meses.
Hasta mediados del año pasado, obtener un
acta de nacimiento extemporánea significaba pagar una multa que iba de los 680
a los 3 mil pesos, una cantidad exorbitante para una familia que apenas le
alcanza para comer. Entonces sucede lo obvio: el menor no es registrado.
El 17 de junio de 2014, se elevó a rango
constitucional el derecho a la identidad y la gratuidad del registro de
nacimiento, lo que significa que toda persona en México ahora puede registrarse
sin tener que pagar una multa. Pese a ello, aún persisten barreras económicas
para hacerlo, como el costo de los trámites requeridos y el viaje hasta las
oficinas donde se realizan.
María lleva cuatro años tratando de obtener
su acta de nacimiento en la ciudad de México. Le piden una constancia de
inexistencia de nacimiento expedida por la oficina central del Registro Civil.
Como además nació en otro estado, debe regresar a su pueblo natal para sacar
otra constancia de inexistencia emitida por el juzgado del registro civil más
cercano.
Le requieren también los papeles de sus
padres, documentos que ellos no tienen y se deben tramitar. Si solicita su acta
directamente en Oaxaca, le exigen dos mil pesos que no tiene. Seimplemente o
saca su acta o comen sus hijos.
De acuerdo con Héctor Maldonado,
Director del Registro Civil del DF, el gobierno capitalino ya está tomando
cartas en el asunto. “Con la llegada de la nueva administración, se firmó un
convenio interinstitucional para iniciar un procedimiento de gratuidad para
registros extemporáneos”, explicó.
Buscar a los invisibles, el reto
Alondra y Jesús decidieron
que su bebé se llamará Diego Gael, quizá inspirados por la dupla de
actores mexicanos famosos por protagonizar películas comoY tu mamá también o Rudo
y Cursi. Tan pronto salieron del hospital, la joven pareja registró a su
hijo en una de las seis unidades móviles del Registro Civil del DF. En diez
días podrán recoger su acta de nacimiento.
Las unidades móviles son camionetas estilo
combi adaptadas para brindar todos los servicios que presta la dependencia.
Cada día visitan diferentes puntos. Una camioneta hoy se encuentra en el
Hospital General Regional de Iztapalapa a fin de registrar a los
recién nacidos como Diego Gael. Un día antes había estado en un albergue donde
se registraron 38 adultos mayores que nunca tuvieron acta de nacimiento.
Según especialistas y funcionarios
consultados, tras la reforma constitucional de 2014, el siguiente paso es
buscar a toda la población que hoy no tiene rostro para que sepa que el derecho
a la identidad ya es un derecho constitucional al que puede acceder de manera
gratuita. Las unidades móviles ayudan a ese propósito, pero su actividad se
limita a la ciudad de México.
Al esfuerzo por ayudar a la población que
carece de un acta de nacimiento, se suma la Campaña Nacional para el Registro
Universal, Oportuno y Gratuito de Nacimientos de Menores de Edad promovida por
el DIF nacional, el Registro Nacional de Población (Renapo), el Fondo de las
Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y la Fundación Carlos Slim.
Esta campaña representa una esperanza para
que los hijos de María, hasta ahora invisibles para el Estado, puedan acceder a
los mismos derechos que hoy ya tiene Diego Gael. La diferencia entre ellos es
un papel, pero de tal importancia que sin él no tienen forma de probar quiénes
son o dónde nacieron.
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