Enrique
Alfaro
Y
amado levantó la mano
Era 1994 y se efectuaba la asamblea estatal
en la que se elegirían a los candidatos a gobernador y senadores. A nivel
nacional trascendía la descomposición de Partido de la Revolución Democrática
del que yo era fundador en Chiapas. A propuesta de organizaciones de la
“Sociedad civil” fue electo Don Amado Avendaño como candidato a gobernador del
estado por el PRD. Luego se nominó a la actriz y cantante Irma Serrano como
candidata a senadora. No lo soporté. Pedí la voz y enumeré las denuncias que
evidenciaban la corrupción interna de muchos dirigentes perredistas en el país
y anuncié mi renuncia al cargo de secretario estatal de prensa y propaganda y a
mi militancia. También anuncié que me sumaba de lleno a la campaña de mi amigo
Amado Avendaño. Después de mi intervención se levantaron muchas manos. El
primero en intervenir me llenó de calificativos.
Todos lo que esperaban tomar
la voz, sosteniendo la mano levantada, harían lo mismo. Entonces Amado levantó la
mano y por respeto a su persona le concedieron inmediatamente la voz. Amado me
agradeció con sinceridad sumarme a su campaña y tuvo palabras amables para mi
persona. Amado me nombró en ese instante su coordinador de medios en la
capital. Avanzó hacia mí y me dio un largo abrazo. Todos los que esperaban
crucificarme bajaron su mano. Amado me salvó del linchamiento. Por cierto, poco
tiempo después Irma Serrano sería expulsada del grupo parlamentario perredista
en el senado por sus dislates. Subía a tribuna con una enorme medalla: una
esvástica nazi.
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